jueves, enero 29, 2009

Exposicón en el Museo Casa Talavera


Con la notocia que el día de ayer se inauguro una exposición de mi autoría en el Museo Casa Talavera de la Ciudad de México.

Reseña de lo ocurrido el día de ayer.

Después del corto tiempo de la entrevista que me hicieron para Radio Ciudadana, terminé lo que estaba haciendo en la oficina y me fui para el museo. Caminé tranquilamente para metro Hidalgo, abordé y me bajé en el Zócalo y placidamente me encaminé a la calle de República del Salvador y de ahí hasta Talavera. Cuando tienes tiempo puedes observar muchas cosas que normalmente no aprecias; precisamente esa calle esta plagada de tiendas de telas y mercerías, existen construcciones antiguas que ocupan estos comercios y el flujo de gente es muy grande.

Llegando a la calle de Talavera me encuentro con que precisamente están arreglando esa calle y todo está lleno de polvo. El paso esta bloqueado en la esquina y tuve que pasar por un pequeño espacio de puestos de una placita. Es curioso pero esa esquina en particular es de puras tiendas dedicadas a las figuras del niño Jesús, todo estaba lleno de ropa y adornos para vestirlos, de todos los tamaños y de todas las advocaciones de santos que quieras, uniformes de fútbol y una cantidad tremenda (por no decir ridícula) de accesorios... pásele, pásele trajes de a 3 por $200.00...

Pase por un lado del terregal y entré al museo que es una antigua casona que anteriormente se usabacomo bodega de alimentos, cuanta con dos patios, tiene esa atmósfera especial de los sitios viejos y es de dos pisos. A esa hora no había mucha gente y me di una vuelta por el lugar pare ver donde estaba la expo y buscar a alguien para ver como estaría el ajetreo.

Ya contactado con la gente del museo, me hicieron una entrevista para la propia universidad y una vez concluida me fui para la galería, que se llama "el Molino" para empezar.

Y así sucedió todo:

Ya se habían juntado varias personas, como unas 20, me presentaron con una reseña curricular, hablaron de cómo la muestra se inserta en el ciclo de conferencias sobre migración que se tienen programadas y pidieron que explicara un poco la obra, el contexto y como es que el público se puede acercar a esta. Me eche mi choro mareador y entramos a verla.;el espacio esmuy agradable y las fotos se veían bien,esta parte de la casa se utilizaba para guardar vegetales pues por el clima se conservaban muy bien. la fotografías las motaron en un orden diferente al que deberían estar para seguir el discurso visual que determiné, pero ya no les dije nada pues en conjunto se ven agradables. Se me acercaron varios chavos para preguntarme el cómo es que uno se acerca a la gente para fotografiarla, cuanto tiempo estuve con ellos entre otras cosas.

Hace tiempo que no la veía colgada y me di tiempo para disfrutarla nuevamente y para criticarla, uno es su peor juez y hay varias cosas que me gustaría haber hecho en su momento. Estaba en eso cuando entro un grupo de niños de los talleres que tiene ahí y me preguntaron si podía platicarles sobre las fotos, y encantado acepte pues me agrada mucho convivir con los niños y más si puedo platicarles sobre lo que me gusta hacer. Empecé preguntándoles si sabían de donde viene el azúcar y por ahí un par de niñas dicen ¡de las cañas!!!, y luego si sabían de todo el trabajo que se tiene que hacer para que se transformen en azúcar y ahí se quedaron callados. Les expliqué como trabajan las personas desde la quema hasta el corte, de las condiciones extremas en que lo hacen, el tiempo en que viven en Morelos lejos de sus casas, entre otras cosas. Me hicieron un montón de preguntas a las cuales contesté y vieron las fotos. Pude apreciar que ponían mucha atención a cada foto y que la disfrutaron. Platique con algunas personas sobre las fotos, de los cañeros y su forma de vida, su problemática y todo lo que existe alrededor de estos migrantes.

Yo en particular estuve muy contento pues los niños me hicieron la tarde, me tome un poco de vino y ya como a las 7:20 se cerro la galería y me fui a casa caminando por esas calles ya en la oscuridad.



Un viaje por la sierra (quinta parte)


Algunas veces me pregunto, ¿cuando es que dejamos de escuchar?. Acostumbrados al ruido de fondo que cotidianamente nos colma los oídos con esa cacofonía difícilmente discernible y de la que, cierto nivel de ruido, se convierte en nuestro silencio; dejamos de prestar atención a las sutilidades auditivas que nos rodean en diferentes lugares.


Vista satelital de Santa María Ocotán. Durango



Día 4.

Había pasado poco tiempo desde que partieron todos los vehículos, estaba solo en medio de ese lugar perdido en algún punto de la sierra, y mis oídos, sintiéndose extraños, buscaron ese ruido de fondo.

Poco a poco empecé a captar los pequeños sonidos que me rodeaban, el trino de un pájaro me llego como un susurro desde la arboleda en el rincón del valle, el batir de las alas de una avispa me sorprendió por su fuerza y nitidez, la brisa con su suave voz me envolvió; cerré los ojos para dejar que mis percepciones se enfocaran en lo auditivo y así seguí descubriendo este mundo tan alejado en el cual había quedado como un naufrago, como un extraño.

Después de un buen rato de estar escuchando este vibrar de la vida entré a la cabaña, desempaque nuevamente mis cosas y luego me di una vuelta por el centro pues ese día el tiempo me sobraba. Hasta ese momento me pude dar cuenta de lo grande del CCI, éste constaba de varias construcciones en un terreno que seguía una ligera pendiente, en la parte superior estaba la cabaña en la que me alojaba y frente a esta una serie de cabañas para el personal que llegaba de cuando en cuando; seguía la cabaña principal donde se alojaba el Director del Centro, muy amplia por cierto. Terminando la zona de dormitorios seguían varios edificios de oficinas, un auditorio y en el otro extremo del terreno las bodegas, así como un espacio techado para el taller. Pude ver una planta de energía eléctrica que funcionaba a Diesel con una instalación hecha para proveer de electricidad a toda la población del lugar, desafortunadamente estaba sin uso debido a que el costo del combustible no lo podían aportar los pobladores.


Vista del CCI de Santa Mária Ocotán.


Terminado el recorrido busque a Octavio y Edmundo, que fueron los únicos en quedarse; el primero se encargaba de la administración del centro y los asuntos que fueran saliendo; el segundo formaba parte del CONFE y siempre que iba para esa zona de la sierra ahí se quedaba.

La vida en ese lugar transcurría pausadamente, los encontré haciendo algún papeleo de los pendientes y recibiendo a una cuantas personas que necesitaban realizar alguna gestión. No pasó nada extraordinario ese día, después de despachar el poco trabajo que hubo nos fuimos ha hacer la comida. Debido a que la población está en medio de la sierra, cuando viajas hacia ahí debes comprar todo lo que vas a necesitar en la ciudad y transportarlo para que nada falte; como ellos se quedaban por algunos meses tenían una despensa muy bien surtida y por ese lado no tuve dificultades, pues lo que llevaba solo me alcanzaba para los 4 días que tenía programados.

Estando en el CCI te desvinculabas de la realidad cotidiana, al no existir medios de comunicación nos encontrábamos prácticamente aislados, sólo teníamos posibilidad de comunicarnos con la oficina durante 15 minutos en el día con una señal de radio que dejaban libre para que la utilizáramos los CCI del estado, más allá de eso no existía la posibilidad de que llegaran las señales de radio y televisión comerciales, aunque por las noches se podía sintonizar una estación de la ciudad de Fresnillo, Zacatecas o transmisiones de la Unión Americana pero con mucha interferencia.

El tiempo durante el día se deslizaba suavemente, por las noches jugábamos cartas para pasar el rato, preparábamos la cena y nos sentábamos diariamente como parte del ritual del día. Olvidaba mencionar a 2 habitantes del centro que se habían avecindado ya hacía bastante tiempo, estos eran dos perros que nos acompañaban durante el día, ambos de raza indefinida y edades dispares; una perra joven que le llamaban “Camila” y que era muy cariñosa con los que estábamos ahí pero una fiera guardiana con los extraños y, un perro ya viejo bastante flaco al cual se le veían las hullas de las batallas luchadas para sobrevivir. Éste no tenía nombre y yo le puse “Morgan”, se me figuraba un viejo pirata retirado ya cansado de ir y venir. Él Morgan descansaba placidamente en cualquier rincón del centro y le dábamos de comer cada día. Era afortunado porque la Camila lo aceptaba y dejaba que anduviera cerca de ahí, a otros perros los atacaba y hacía huir.


El día fue bastante tranquilo, preparé algunas cosas y pude acordar unos puntos sobre el trabajo que realizaría en los siguientes días con un indígena que trabajaba en el centro y que fue mi contacto con la comunidad.




Reflejos de europa en México II

Después de un largo tiempo del primer post con este tema y una larga ausencia del Blog continuamos con los olvidos de ésta mente.


Retomando lo que anteriormente publique, continúo:


Bélgica*: Los Flamencos, como se les denominaba anteriormente a los originarios de los países bajos, tuvieron conocimiento de los descubrimientos en el nuevo continente y muchos de ellos emigraron a la Nueva España, al margen de la sociedad, enrolándose como marinero ocasional o como mercenario en las flotas españolas desapareciendo una vez llegados a puerto.

Destacaronse en varias ramas, en la artesanal el sastre J. Petri activo entre 1530 y 1543 siendo también “Escribano de Sastres”, P. Arnaldo (1590) que explotó un obraje (Taller Textil)en Tlaxcala, tres maestros cerveceros en 1542, maestros toneleros encabezados por P. De Bruxas; P. De Buenaventura fabricante de pólvora. El experto minero P. De Looman, contratado en 1540 por la mina de plata de Zultepec, y quién más tarde obtuvo una patente para el tratamiento de mineral de plata y el cual perfeccionó la técnica de amalgamación; en la comercial existieron muchos tenderos flamencos como J. De Cayser , por lo cual una bocacalle se rebautizó como “calle de los Flamencos”, pero estos comerciantes no se establecieron definitivamente en estas tierras, iban y venían únicamente en viajes de negocios; en la eclesiástica existieron misioneros flamencos que operaron en el valle de México. Pedro de gante, Franciscano activo entre 1523 y 1572, contribuyo a la educación de los indígenas ideando un catecismo en jeroglíficos, organizo la enseñanza primaria, escuelas artesanales y talleres artísticos, además de construir hospitales. Por otra parte el Agustino Nic. De Witte defendió tenazmente a los indígenas en la sierra de Meztitlán entre 1543 y 1563; y en la cultural, además de la importación obras flamencas fabricadas en serie (Maerten de Vos), trabajó en México el pintor Simón Pereyns (1568-1589) en la corte virreinal y elaboró retablos de gran tamaño en varios conventos. A. Suster 1563-1602) decoró el interior de varias iglesias y Diego de Borgraf (1640-1686) fue el fundador de la “escuela poblana” de estilo barroco.

A pesar de la inmigración que existía desde Europa hacia América, la flamenca nunca fue significativa, alrededor de 1650 solo había ciento cincuenta personas de ese origen. A lo largo del siglo XVIII, solamente se destaca el marqués Charles de Croix Virrey de la Nueva España (1766-1771) quien fue el que organizo la expulsión de los jesuitas y fue responsable del trazado del parque de la Alameda.

El estado Belga reconoció la nación independiente de México en 1836 y busco revitalizar los intercambios comerciales, se abrieron consulados (Veracruz en 1838) y se firmo un tratado bilateral de comercio y navegación lo cual resulto en la fundación de una línea de navegación entre Amberes y Veracruz.

Las relaciones entre México y Bélgica se vieron truncadas por el desenlace de la guerra de Reforma y el destino del Archiduque Maximiliano de Austria y no fue si no hasta el gobierno de Porfirio Díaz y su política de apertura comercial que se restablecen las relaciones en 1879 y de nueva cuenta empresarios e ingenieros Belgas regresan.

Si bien se recuperó la presencia de Bélgica, esta se torno de un carácter más profesional, trabajando como constructores ferroviarios en el auge de la construcción de ferrocarriles en el periodo Porfirista; jardineros flamencos se hicieron cargo de la creación del bosque de Chapultepec y el comercio de materias primas hacia el viejo continente continuó llevando productos agrícolas, forestales y mineros y trayendo productos metálicos como los tranvías de Mérida y el ayuntamiento prefabricado de Orizaba.

Pero nuevamente esta presencia se vio truncada por el movimiento revolucionario de principios del siglo XX y cuando este terminó, no se recuperó esta presencia.

* Tomado del artículo del Prof. John Everaert en el libro.