Normalmente estamos metidos bajo techo, o al menos para mí es una realidad cotidiana el pasarla sentado en una oficina, dentro de un auto, un cine, etc.
Nuestra vida transcurre bajo techo y no nos permite ver el cielo, las ciudades nos oprimen y cada vez existes más y más edificios altos que cubren grandes porciones de cielo. ¿Estaremos destinados a enterrarnos bajo tierra como lo describió en su momento Isaac Asimov en ese par de novelas que me gustan sobre manera, (Bóvedas de acero y El sol desnudo?
Lo cierto es que cada vez más nos encerramos en nosotros mismo y vemos el mundo a través de una pantalla ya sea del ordenador, el celular o la tablet.
Sin embargo, tengo ocasiones en las que salgo a espacios abiertos y puedo disfrutar de la inmensidad del cielo y esa maravilla de tonalidades que nos regala la naturaleza.
Contemplar el espectáculo que nos proporciona el cielo me deja helado y con las emociones a flor de piel. Me llena de una alegría y una paz, que hace que no quiera estar en otra parte y cada que tengo estas oportunidades las disfruto enormemente.
Me doy cuenta que nos hemos transformado en seres que no vemos hacia arriba, estamos pegados a las pantallas de nuestros dispositivos y dejamos de apreciar lo que sucede a nuestro alrededor y encima de nuestras cabezas. reo que es tiempo de observar nuestro mundo de manera directa, ahora que aún estamos en el.